sábado, 6 de noviembre de 2010

Mike Davis, Fortress L.A



En el texto, Mike Davis analiza una situación y tendencia específica que tiene lugar en la ciudad de Los Ángeles, pero que puede ser extensiva a otras ciudades en el mundo, la construcción de la ciudad como fortaleza militarizada. Sin embargo, esta tendencia obliga a ir más allá y plantear como cuestión a resolver ¿de dónde surge esta tendencia a la fortificación de las ciudades? Del texto es posible aproximarse a la respuesta, al observar que existen factores físicos y psicológicos que influyen en la construcción de nociones compartidas sobre el riesgo, la vulnerabilidad, las amenazas, la seguridad y la reducción de incertidumbre. Der tal forma, los intentos por brindar “seguridad” a la vida diaria estarán sobredeterminados desde diversas aristas.





Como consecuencia de un arreglo especifico sobre las concepciones que influyen en las nociones de seguridad, en el texto se exponen tres elementos para el análisis de la fortificación de las ciudades. Primero, el paradigma predominante sobre la seguridad en la ciudad; en segundo lugar, la creación de un espacio público determinado que refuerza la sensación de seguridad en la ciudad; por último, la respuesta gubernamental (policiaca en su mayoría) a las situaciones de inseguridad. En este sentido, la Ciudad de México puede analizarse también desde la consideración de estos tres factores. El tema de la constitución de lo público se encuentra reflejado de mejor manera en el texto anterior de Samari Kawash.



Para el caso de la Ciudad de México los factores empíricos que influyen en la búsqueda de seguridad pueden encontrarse principalmente en los altos índices de robo en todas sus modalidades, sin embargo, la privatización de la seguridad podría encontrar su origen en la percepción del sistema de impartición de justicia y en los cuerpos policiacos como incompetentes y corruptos ante la delincuencia. Por otro lado, y siguiendo la tendencia nacional, la violencia relacionada con el crimen organizado, el narcotráfico y su combate, han fortalecido el miedo como parte rutinaria de la vida en México. Un tercer elemento ha sido explotado por los medios de comunicación masiva: el “cibermiedo”. Los ataques a los sistemas informáticos han generado temor debido al vínculo establecido entre la vulnerabilidad de la información confidencial en el ciberespacio y la vulnerabilidad ante la delincuencia.





Aún cuando estos tres elementos influyen en una concepción generalizada de miedo, su interpretación no es la misma para la constitución de una imagen de seguridad para todos los sectores de la población en la Ciudad de México. En gran medida, la fortificación de la ciudad sólo puede ser llevada a cabo por los sectores sociales con la capacidad monetaria de afrontar el gasto necesario, ya sea en el ámbito de la vida privada o en las diversas instituciones públicas gubernamentales. Es así que los grandes proyectos y tendencias en materia de seguridad en la Ciudad de México, al igual que en Los Ángeles, están ligadas a los sectores ricos de la sociedad. Sin embargo, en México resulta paradójico el hecho de que se ligue la seguridad cotidiana de los centros económicos a un “modelo WASP” como el de las ciudades en EUA. Es paradójico en dos sentidos: en primer lugar porque excluye de la noción de lo deseable a la mayoría de la población de la ciudad, ya sea por motivos raciales, económicos o culturales; en segundo lugar, porque esa noción exclusiva para lograr la seguridad es adoptada también en gran medida por amplios sectores de los grupos a los cuales se pretendería excluir.



Dejando de lado la configuración de un espacio público “seguro”, ¿en qué medidas es posible identificar la tendencia a la fortificación de la Ciudad de México? Como respuesta pública gubernamental es posible señalar entre otras medidas policiacas el “mejoramiento” del armamento utilizado por las corporaciones, de igual forma que la adquisición de nuevos vehículos y la implementación de la vigilancia aérea a través de helicópteros, la instalación de cámaras de “seguridad” tanto en las calles de la ciudad como en hospitales, transportes, edificios de gobierno, plazas públicas y escuelas. En el ámbito privado la proliferación de empresas de seguridad, enfocadas tanto a la protección de instalaciones físicas y al resguardo de valores, como a la protección de personas; de igual forma que en el sector público, se ha seguido la instalación de circuitos cerrados de videograbación, alarmas conectadas con departamentos policiacos y compra de armamentos permitidos e instrumentos de protección; asimismo para la recuperación de autos robados, diversas empresas ofrecen servicios de geolocalización satelital, e incluso de maniobras y elementos armados para la recuperación.





Si bien los avances tecnológicos han “servido” para combatir la delincuencia y presentar una imagen de ciudades seguras, es posible que la implementación misma de estas tecnologías incremente la sensación de inseguridad y el deseo de la fortificación-militarización de las ciudades.

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