
El filme de José Padilha, más allá de las posibilidades que brinda sobre la percepción del combate al narcotráfico o las políticas de reducción de la criminalidad, al comparar la situación de violencia en diversas ciudades en México plantea un debate en torno a la formación de los cuerpos especiales y del manejo de la seguridad.
¿Cuáles son los límites de los cuerpos policiacos de elite? ¿Hasta qué punto el manejo policiaco de la criminalidad genera un círculo vicioso de reproducción de la violencia? ¿Hasta qué punto fortalece una tendencia hacia la consolidación del fascismo? Pretender una respuesta a estas preguntas pareciera indicar que en primer lugar existe una posibilidad práctica de poner límites a la acción policiaca y a las estrategias planeadas. Sin embargo, la realidad en México, país de pretensiones democráticas al igual que Brasil en 1997 con Cardoso, indica que ante la falta de procedimientos de transparencia, y en el caso de que estos existan, la obstaculización de la auditoría ciudadana en materia de estrategias de represión de la criminalidad, la arbitrariedad predomina.
Existen diversas decisiones e iniciativas que indican el seguimiento de una tendencia ha

En este sentido, dada la imposibilidad real de influir sobre el tratamiento de la criminalidad, todo esfuerzo no violento por resolver los conflictos se mantiene en la parálisis y en la marginación con respecto a los recursos que estas propuestas son capaces de movilizar.
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